¿ Cuánto pagarías por el negocio de tu hijo?.
Todos podemos conocer fácilmente el precio de la mayoría de los bienes de consumo que compramos: el pan, la leche, la ropa, el coche, los muebles, el móvil. El mecanismo que sea (la oferta y la demanda, los gobiernos, la competencia perfecta o imperfecta) genera un precio y es un sí o un no por tu parte, no hay mucho más que pensar. Pero, ¿qué pasa con los negocios?, ¿qué hay de las empresas?, ¿ cuánto valen todos los activos que producen todos esos bienes?. Como vimos en un artículo anterior, valor y precio no siempre coinciden para estos casos.
Obviamente el valor del tractor dependerá de lo que podamos ganar con él, de las verduras y hortalizas que podamos cultivar, además del precio de esas verduras. Lo mismo ocurre con el valor de la tierra cultivable. El valor de un bar, de un hotel, de una granja o de un bloque de pisos alquilados dependerá de lo que podamos generar con ellos en el futuro, pues un huerto en el que ya no se podrá cultivar nada más y que ya no tiene utilidad no tiene valor, aunque nos haya hecho ganar mucho dinero en el pasado.
Simplifiquemos este problema al máximo para entender mejor cuánto deberíamos pagar por un negocio y de dónde proviene la rentabilidad. Para estos casos siempre pongo el ejemplo del huerto de tomates: imagina, sólo por diversión, que tu hijo pone un huerto de tomates en una zona del jardín; ese huerto producirá suficientes tomates dentro de 1 año como para venderlos por 100 Eur. Imaginemos también, por simplificar, que el huerto perderá todos sus nutrientes después de ese año y que ya no servirá para producir nada más. Bien. Tu hijo quiere venderte su huerto, y tú que eres un “friki de los negocios” quieres calcular un precio justo para él.
Tenemos que valorar un activo que producirá si todo va bien 100 Eur dentro de un año. Pongamos que esos 100 Eur son seguros, están garantizados. Lo primero que tenemos que entender es que las personas valoramos más el presente que el futuro, es lo que se llama preferencia temporal, y esto no tiene nada que ver con la inflación todavía. Muy sencillo: ¿Qué prefieres, 100 Euros hoy o dentro de 10 años?, ¡ los quiero hoy !, ¿qué prefieres, una onza de oro hoy o dentro de 10 años, una casa hoy o dentro de 10 años, unas vacaciones hoy o dentro de 10 años?. Todos preferimos consumir y disfrutar las cosas ya, así que por tener que esperar exigiremos un descuento. No vamos a pagar 100 Eur hoy por esos 100 Eur de dentro de un año, aunque sean seguros, pero puede que sí paguemos, por ejemplo, 98 Eur. Por eso suele decirse que la bolsa en un lugar donde se extrae dinero de la gente impaciente para dárselo a la gente paciente.
( como ejemplo, los niños suelen tener una preferencia temporal muy alta. Si les das a elegir entre un helado hoy o dos mañana, ¡ ellos lo quieren hoy !, aunque la “rentabilidad” sea del 100% en un día)
Pero lo cierto es que esos 100 Eur no son seguros. Puede que nuestro hijo no sea el mejor horticultor del mundo y cometa errores, puede que una niebla los estropee, puede que otro niño descubra una forma de producir el doble de tomates y haga bajar su precio, o que a la gente no les gusten tus tomates. Es decir, hay un riesgo, o mejor dicho, existe incertidumbre. Por soportar esa incertidumbre tú también exiges un descuento. Nadie en su sano juicio paga 100 Eur hoy por 100 Eur de dentro de un año y encima arriesgados. Digamos que te sientes cómodo esperando y asumiendo ese riesgo pagando hoy 93 Eur.
¿Queda algo más?, sí, un dato importante, la expectativa de inflación. Puede darse el caso de que el precio de los tomates suba de igual forma que baja el poder adquisitivo del dinero y estés protegido contra la inflación, pero de no ser así,¿ pagarías 100 Eur que te permiten hoy comprar ciertas cosas por 100 Eur devaluados que te permitan comprar menos cosas?, apuesto a que no, así que según pienses tú que va a disminuir el poder adquisitivo del dinero, exigirás un tercer descuento en consecuencia, dejando tu valoración del huerto en, digamos, 90.9 Eur.
Hoy valoras el huerto en 90,9 Eur. El día antes de vender los tomates por 100 Eur, el negocio vale casi 100 Eur.¿ Qué significa esto?, significa que ese negocio tiene una rentabilidad del 10% a precio justo. A ese precio, se te paga por esperar, por asumir riesgos y por la expectativa de inflación. Y ¿ qué pasa si tu hijo te ofrece su huerto por 70 Eur?, que también le das los 90 Eur, no te vas a aprovechar de él, ¡ mal padre !, incluso le das los 100 Eur, que es tu hijo. Sin embargo en ocasiones el loco y maníaco-depresivo señor mercado nos ofrece estas oportunidades, duros a 4 pesetas. ¿ El truco ?, ser más paciente que él, ser menos emocional y más racional que él, y valorar las cosas mejor que él, sin olvidar que no compras un número, ni un gráfico ni una ecuación, compras un “huerto de tomates“.
De igual forma podríamos valorar un negocio que durase varios años. Un ejemplo sería un puesto de limonada que tu hijo tenga unos años hasta que vaya al instituto. En un libro que os recomiendo encarecidamente, “El pequeño libro que bate al mercado” de Joel Greenblatt, el autor debate con uno de sus hijos acerca de un negocio de venta de chicles que su otro hijo tiene en el colegio, para ver cuánto estaría dispuesto a pagar su hijo por la mitad del negocio de su hermano, llevándole a las conclusiones que hemos visto hoy con el ejemplo del huerto. Es una lectura muy amena.
En el mundo real las cosas no serán tan sencillas, y no tendréis que valorar los negocios de vuestros hijos, sino empresas reales y su representación en pequeñas porciones, las acciones. Hay más factores como la liquidez o el coste de oportunidad, pero conviene a veces volver a las bases para no perder el rumbo. ¿ La conclusión ?: los activos valen los flujos de efectivo que van a generar en el futuro, pero descontados a una tasa adecuada.
Espero que os haya gustado. Hasta la próxima. Emérito Quintana.
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